viernes, 29 de agosto de 2008

Espasmos mentales. (Eduardo Galeano)

El arte para las niñas

Ella estaba sentada en silla alta, ante un plato de sopa que le llegaba a la altura de los ojos. Tenía la nariz fruncida y los dientes apretados y los brazos cruzados.
La madre pidió auxilio:
-Cuéntale un cuento, Onelio –pidió-. Cuéntale, tú que eres escritor.
Y Onelio Jorge Cardoso, esgrimiendo una cucharada de sopa, comenzó su relato:
-Había una vez una pajarita que no quería comer la comidita. La pajarita tenía el piquito cerradito, cerradito, y la mamita le decía: "te vas a quedar enanita, pajarita, si no te comes la comidita". Pero la pajarita no hacía caso a la mamita y no abría su piquito…
Y entonces la niña lo interrumpió:
-Qué pajarita de mierdita-opinó.

* No sé por qué, pero este historia me recuerda a la CBG.

lunes, 25 de agosto de 2008

De la canción del dia de hoy.


Shoot Down the Stars
Gym Class Heroes

* Puedo apostar un dólar a que ustedes nunca pensaron que oirían una canción asi en mi blog.

domingo, 24 de agosto de 2008

Alucinación octava.

La visita a aquella ciudad abrió mis dudas, nuevamente, sobre la parte de cordura que aún conservo, porque la cordura suele ser poca, sino nula, para mí, y ahí donde la gente ve que las cosas nunca cambian, ahí mis ojos me mienten e imaginan cualquier cosa, que bajo otro ángulo sería posible, o mejor dicho, que es posible si las personas cambiaran sus ojos por caleidoscopios pequeños hechos de plata, ya que cualquier otro material sería inútil y no haría más que consumir o difamar el autorretrato de aquellas personas y de su cordura. Pero he aquí que lo importante no es mi cordura ni el autorretrato de la suya, ni los caleidoscopios en sus ojos o sus ojos, si es que aun no ha hecho el cambio a algo de plata, que le impiden ver las cosas desde otro ángulo, aquí lo que verdaderamente importa son esas paredes mentales, pequeñas paredes pintadas de blanco o de celeste, puesto que pintadas de cualquier otro color sólo serian señales de locuras e inseguridades, que tienen estantes y libreras llenas de objetos que usamos para ver las cosas según nos convengan, y que entre sus objetos hay varios ojos y caleidoscopios, porque a veces el cambio entre ellos es automático y dirigido por nuestros impulsos o nuestras dudas personales. Sea pues que empecé a caminar por la calle principal de aquella ciudad, a paso lento, como el que la gente tiende a hacer cuando desconoce lo presente, o como cuando tienen dudas sobre su sanidad, o ambos casos, según sea el caso. Y la calle a cada cruce presentaba un ángulo diferente, donde cada diferencia era meramente la evolución de la anterior en alguna forma fantasiosa e imprecisa, que se reflejaba de varias formas en mis caleidoscopios personales. Y la calle abrió su boca y yo era el bostezo que aquella escena presentaba, entonces la calle se dividió en dos en un chasquido y en sus cruces, y sus dos partes, que se hicieron ocho en el punto medio de su intersecciónes, se alejaron con violencia infantil para formar la acera, que al mismo tiempo era repelida por las casas y las cunetas, que la tragaron en un feroz grito y que apareció mágicamente como la nueva calle, ahí mismo donde la verdadera calle se había partido en dos en un chasquido, y habiendo pasado esto, las casas se pronunciaron en contra del régimen monótono al que tanto tiempo habían estado obligadas, empezando a correr como dándose a la fuga, y la gente corría como loca al ver casas corriendo y calles que se hacían aceras y aceras que se materializaban como nuevas calles, entonces, entre aquel caos y degenere, o tal vez un distinto ángulo de la realidad visto bajo uno de los tantos caleidoscopios que habitan este mundo, yo, que en algún momento fui bostezo y visitante de aquella ciudad perversa y malcriada, ahora era risas de locura y respuestas inciertas sobre mi cordura, que evolucionaba en razón directa con las fantasías e imprecisiones que imaginaba, que eran todas formadas por el terremoto que derrumbó mis cuatro paredes mentales, que son de color blanco o celeste y punto importante en esta historia.

viernes, 22 de agosto de 2008

Declaraciones Terrestres III.

Cuando uno quiere algo, se supone que todo el universo conspira para que uno realice su deseo. Si, Rodrigo Ramos leyó el alquimista y tomó la frase como propia y la hizo su teoría personal.

Si, Rodrigo Ramos también fue mortal una vez y se enculó, bastante. Es más, si usted no lo cree varias personas pueden dar fe de esto.

Y Rodrigo Ramos tuvo su oportunidad y las cosas no le salieron, pero como usted sabe, él es un gran necio. Y ahí es donde entró en juego su teoría.

Él hizo y deshizo, pensó y repensó, y quiso como cuando de verdad se quiere algo. Encontró canciones de esas que no se encuentran todos los días. Escribió cosas que la gente sólo escribe cuando esta enculada. Mandó flores y dijo cosas totalmente cursis. Abatió a sus amigos diciéndoles lo que sentía. Y por un tiempo bastante largo se acostó pensando que si quizás lo deseaba con suficiente fuerza iba a ser capaz de abrir un hoyo tiempo-espacio para regresar a algún pasado adecuado y darle una topada de esas que no se olvidan. Esta última cosa, aún con la omnipotencia que tiene Rodrigo Ramos, nunca pasó.

Después de un tiempo dejó de intentarlo y se lo guardo todo para sí mismo. Negó que sintiera algo cada vez que se lo preguntaron. No tocaba el tema con sus amigos. Escuchaba aquellas mismas canciones sin suspirar. Por un tiempo Rodrigo pensó que había logrado que los ojos no le brillaran cuando algo que tuviera que ver con ella le pasara por la mente. Pero como muy pocos saben, él también se equivoca.

Y Rodrigo la volvió a ver un tiempo después y los ojos sí le brillaron. Y se repitieron, nuevamente y casi de forma literal, los primeros cuatro párrafos de esta entrada a excepción de lo de mandar flores y querer abrir hoyos tiempo-espacio. Y bastante tiempo después del primer tiempo de este párrafo y debido a la necedad a la que ustedes ya están acostumbrados, Rodrigo Ramos intentó una vez más.

Ahora bien, o Rodrigo no quiso como él pensaba o el universo es una mierda porque no conspiró. Y ahora siente que es posible, sino seguro, que debido a su necedad haya dejado ir algo que lo hiciera cantar otra canción. Pero esto tampoco significa que se arrepienta de haber pasado así porque aprendió que la necedad es mala y que a veces hay que oír lo que la gente dice.

Y por más que quiera creer que de algún modo extraño la perdí, la lógica en mi cabeza me dice que eso no es cierto porque para empezar nunca la tuve, aunque ella siempre me tuvo "así te tengo". Y sí, me siento bien pendejo ahorita por haberlo intentado otra vez y haber dicho y hecho lo que hice de puro choto, me siento bastante expuesto.

Y habiendo dicho esto y aceptado en cierta manera lo que quizás algunos de ustedes sospechaban, me prometo a mí mismo perder el brillo que los ojos me agarran ante tales situaciones. Ahora que lo acepto y que lo saben, creo que puedo cumplirlo.

Y no, el universo no conspira para que uno consiga cosas, por lo tanto no sigan esta teoría.

*Si la entrada les parece estúpida o les causa escalofríos no me importa. La hice por mi, no por ustedes.

martes, 19 de agosto de 2008

De la canción del dia de hoy.


World On Fire
Luna Halo

*"Hey Hey the end is coming".

Idea 3.

- Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado
y otra que nos gustaría conocer -
Paulo Coelho _________________

Ahora que todos se acostumbraron a mí y piensan que me conocen es momento de cambiar. La costumbre mata y envejece. Soy necio mas no costumbrista.

Alucinación séptima.

Tomé el paracaídas y subí al avión. Las vistas panorámicas nunca fueron de mi agrado, pero no me quedaba más remedio que terminar así. Esta sería, sin dudarlo, mi obra maestra.

Las turbinas del avión parecían materializarse como tapones en mis oídos, no me dejaban escuchar absolutamente nada aparte de mi conciencia y otras voces: he aquí la primera escena: escucharse a uno mismo. El dialogo entre mi mismo y mí yo parecía alcanzar límites infinitos, los argumentos volaban como arpones rompiendo todo a su paso: mis estatuas mentales, rótulos gigantes, cuadros retinescos. Rompiendo todo hasta tocar aquella pequeña caja que contenía mi conciencia, y que al mínimo contacto vació el aire que contenía en forma de retumbos calcinantes hasta dar paso a una tranquilidad absoluta, uno o varios de mi yo habían desaparecido. Sólo habiendo desaparecido parcialmente encontré lo que necesitaba.

Al cabo de unos veinte minutos el avión alcanzó su altura máxima. Se abrió la compuerta y me lancé, sin pensarlo. Nunca he sido de los que piensan las cosas, así soy desde que recuerdo y no voy a cambiar, verdaderamente no puedo dejar el mal hábito de sorprenderme a mí mismo y a los demás diciendo la primera barbaridad que pienso. Venir cayendo a toda velocidad hacia la tierra es una gran cosa, la mente se despeja o se llena de cualquier cosa, el momento antes de abrir el paracaídas se convierte en una ventana que muestra el orden de las prioridades, cada tanto uno descubre que sus prioridades han cambiado y uno se sorprende. Es esta pues la segunda escena: a veces hay que decidir entre la costumbre y lo nuevo.

Aparecí ante mí mismo, viéndome caer a toda velocidad en medio del cielo, por un momento me asusté puesto que no me reconocí, no es común que alguien se mire a si mismo desde afuera. Rápidamente dibuje una sonrisa, sabía exactamente lo que pasaba por mi mente siendo ajena a esta, estaba haciendo cálculos mentales inentendibles que repasaban las cosas que quiero y las que no quiero, las que tengo y las que no, las que creo necesitar y las que verdaderamente necesito. Llegue a dos conclusiones. Mi medidor de altura estaba a punto de exceder la caída segura o la caída en los noticieros del mediodía, ya no había vuelta atrás. Saqué el lápiz labial que traía en la bolsa, el mismo que ella había olvidado en mi cuarto esta mañana. Tiré el paracaídas, que ascendió súbitamente, y me quité la ropa del pecho como pude, nunca pensé que las últimas letras que escribiría serian estas. Primera conclusión: lo nuevo realmente suele dar sorpresas.

El telón se abrió por tercera vez: ahora vienen los “hubiera” después de las decisiones. Hubiera abierto el paracaídas, me hubiera quedado en la cama viéndola despertar (si ella se hubiera quedado, claro está), hubiera terminado mis ideas de libros antes de decidirme por esto, hubiera ignorado a los voz en mi cabeza esta mañana. No vi pasar mi vida como una película, sino como una fotografía, la única fotografía que lograba reunir todas las cosas que quiero: alrededor de dieciséis caras conocidas, todas con una sonrisa, sobre algún campo de corte chileno, con una canción bastante notable entre las nubes y con un cielo lleno de estrellas. Si no hubiera visto esa imagen no hubiera entendido mi vida.

Con todas mis fuerzas logré posicionar mi cuerpo verticalmente, mis piernas se deformaron con el impacto en la tierra, aquella fuerza abrazó todos los rincones posibles de mí ser hasta finalizar en mi cabeza. Los ojos casi se me salen, el dolor fue tan fuerte que no pude gritar, pasé a ser un hombre mitad hombre mitad masa. Cuando los paramédicos llegaron yo ya no tenía salvación, aunque hubiera pagado con mis dos vidas siguientes el ver la cara de aquellas personas al leer el mensaje en mi pecho. Aquí viene la escena final: vivir feliz con las decisiones que se toman.

Los noticieros y periódicos se llenaron de toda clase de encabezados sobre mí: “hombre se suicida y acepta donar sus órganos”, “muerte segura convierte a hombre en altruista”, “caballero desconocido se suicida por razones pasionales”, de verdad que a la gente le gusta encontrar una razón para todo. Y es que mi pecho quedo eternizado con una cara feliz y la frase que rezaba “acepto donar mis órganos”.

Cuando todavía caía noté que mis cálculos mentales estaban equivocados, no se trata de las cosa que yo quiera, necesite o tenga, se trata de las cosas que me quieren, de las que me necesitan o de las que me tengan, son los terceros y externos a nosotros los que dan sentido a nuestras vidas. Esa fue mi obra maestra y segunda conclusión, morir entendiendo que giro alrededor de ciertas cosas y personas, no al revés. Que mi ego fue el que quedó desecho en la tierra.

viernes, 15 de agosto de 2008

De la canción del dia de hoy.



Debussie
Daphne Loves Derbie

* " I believe this world is just too big for me". Sí, he dejado mis delirios de grandeza.

Alucinación sexta.

Un día me desperté con una semilla dorada en el pecho, supongo que a veces parte de mis sueños se materializan. Tomé la semilla y la puse en la bolsa de mi pantalón, empecé a caminar con la idea de encontrar un lugar que le gustará.

Mientras caminaba el cielo abrió su gran boca y me dijo que qué estaba haciendo, yo le respondí que caminando sin dirección alguna. Después abrió sus ojos y me preguntó que qué andaba en la bolsa, yo le dije que sólo monedas y llaves. El cielo abrió aun más sus ojos y me dijo en tono imperativo que no le mintiera, yo levante los míos y seguí caminando.

Cuando estuve seguro de que el cielo no miraba nada (para ese entonces ya había caído la noche) saqué la semilla y la planté junto a unas amapolas, después regresé a mi casa. Pasé los siguientes 17 días visitando mi semilla que se hizo retoño y mi retoño que se hizo flor. Y cada día que visitaba a mi semilla-retoño-flor esta me contaba cuantas mariposas habían llegado hasta ella o como se había defendido de los escarabajos o grillos. Para ese entonces mi semilla-retoño-flor ya se había vuelto mi amiga.

La mañana siguiente me levanté con los recuerdos de un sueño que definitivamente le gustaría oír a mi semilla-retoño-flor y no me pude resistir. Me vestí rápidamente y salí corriendo hacia donde ella estaba. Cuando llegué, vi a mi amiga entre las grandes manos del cielo, que poco a poco la acercaba a su ojo amarillo. Yo, desde abajo, solo la pude oír crujir y gritar mientras se marchitó hasta secarse. El cielo soltó una carcajada y dijo que las flores si bien eran bonitas pagaban el precio con su debilidad y que yo era un estúpido por ser amigo de algo tan debil, después la hizo polvo entre sus manos. La cólera invadió mi cuerpo y mis ojos empezaron a llorar. Reuní todas las lágrimas en mi mano y juré por las cosas que quería que iba a matar al cielo, mis lágrimas se hicieron duras y mi mano lanzó aquella dureza que empezó a cruzar el aire hasta chocar con el cielo. El cielo hizo un sonido mudo y empezó a resquebrajarse. Al cabo de un rato todo el cielo había caído en la tierra y el cielo ahora era vacío.

El vacío, luego de un tiempo, terminó con todas las otras cosas que quería y conmigo, pero yo terminé con el cielo.

sábado, 2 de agosto de 2008

De la canción del dia de hoy.




Deep Inside Of You
Third Eye Blind

* "I breathe by your looks and you look right through me", TROZO de canción y yo sin acordarme de su existencia.